Con este post, no pretendo dar una clase de etología, si no hablar de unos principios sencillos para que todo sea más seguro y divertido cuando trata uno con un caballo.
Estudiando las técnicas de estos nuevos maestros, coincido en una premisa fundamental que es la seguridad. Cuando uno monta, tanto el jinete como el caballo deben de estar seguro. De esta manera se evitaría muchos accidentes. Andy Booth, habla de los “3 C”: confianza, control y conexión tanto a pie como montado.
Hoy en día, normalmente se monta a caballo por ocio. Si uno piensa que algo no es seguro, no debería de arriesgarse a tener un accidente. ¿Qué disfrute hay a que te caiga del caballo, que te muerda o te dé una patada?
Una cosa que siempre me recordaba mi padre y que nunca deberíamos de olvidar: Tratamos con un animal que pesa 600 kilos o más y con reacciones imprevisibles.
No tenemos que caer en humanizar a un caballo, ya que por muy bueno que sea el caballo es un caballo, un herbívoro con cuatro piernas y nosotros somos un bípedo omnívoro y, etológicamente hablando, el depredador A primera vista no parece que ambos estamos hechos para entendernos…
Cuando un caballo tiene una reacción no deseada es porque sigue a su instinto de conservación, de supervivencia, no porque quiere hacer tonterías o fastidiar.
Somos nosotros humano que tenemos la responsabilidad de su educación. No podemos pedir al caballo que se adapte al hombre, somos nosotros que debemos adaptarnos al caballo.
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John Lyons es un hombre de caballo americano que ha inspirado a mucho. Desarrolló un método para educar a los caballos basado en el condicionamiento con un enfoque orientado a la creación de una colaboración entre hombre y caballo.
Me gusta particularmente una de sus frases que dice lo siguiente: Hay que aprender a pedir la cosa con “educación” en lugar de “tomarlas”.
También él habla de tres reglas esenciales que cualquiera que educa un caballo debería de seguir, sea el método que finalmente se emplea.